ESTOS. ESOS.
AQUELLOS
Nelson
Romero Díaz
¡Estos
son los traidores a la Patria! Decía un tipo por la televisión para referirse a
aquellas personas que le adversaban tanto en lo personal como en lo político.
En lo personal porque se sintieron que el personaje había les metido “gato por
liebre”. En lo político por la “hipocresía” contenida en sus parlamentos,
descubiertos en tiempos rezagadas.
¡Esos
son los culpables! Expresión con la cual señalaban a unos prójimos como
responsables del asesinato de un funcionario investigador que acaparaba
atención en todos los medios. Solo mencionaron los nombres de los presuntos
culpables aparecidos muertos posteriormente
¡Aquellos
traicionaron al Padre de la Patria! Explicaba otro tipo. Era una lección de
historia de la Patria, pero vista desde la interesada óptica de la ideología
profesada por el discurseador televisivo.
La
televisión es, a todas vistas, un poderoso medio de comunicación. Es el
intermediario ideal entre un emisor y un receptor por el hecho cierto de que una
imagen dice mucho más que mil palabras. El emisor puede ser cualquier persona
con licencia o no para hablar, no para matar.
Alguien
acuño una frase similar a esta: “¡A esos hay que freírles las cabezas en
aceite!” La gente se enteró por los medios impresos y también por la TV. Evidentemente,
eso es una amenaza que para un adulto ´pudo ser un chiste, una chanza o un
eufórico decir en un momento de arrebato emocional, pero para un niño no. Aplíquese
lo dicho por Francisco Quevedo: “Nadie
ofrece tanto como el que no va a cumplir”.
La
pantalla trae recuerdos de pretéritas épocas de la vida de un país y se puede
estar en ellos de cuerpo presente o haberlos percibido por intermedio de la
narración de sus protagonistas; una vez más ¡la comunicación! Cuando hablo de
pantalla me refiero tanto a la del aparato como a la imagen accidental, momento
en el cual se da ese chispazo que con el tiempo se pierde, y ese es el recordar
el pasado. Un comentario: los estudios demuestran que en la vejez los recuerdos
más antiguos brotan con más facilidad que los recientes.
En
aquellos días del año 1992, la pantalla eléctrica tenía la magia del color.
Eran los tiempos cuando se hablaba, privilegiadamente, de “Por estas calles” y
de sus personajes, resaltando el de Eudomar Santos con su frase. “como vaya viniendo vamos viendo”, convertida
a la postre en un best seller. Eran tiempos cuando la industria dejó de ser
competitiva “per se” para convertirse en un cartel, si en un cartel de la
mediocridad por la tendencia a bajar la calidad de su programación,
naturalmente, con algunas excepciones.
Programas como el conducido por el Dr. Arturo Uslar Pietri fueron cambiando de
horario hasta el momento cuando los niños no podían verle.
Esos
eventos cambiaron la historia del país, como lo hicieron el 18 de octubre de
1945, el 23 de enero de 1958, el 4 de febrero de 1992, el 11 de abril de 2002.
De cada uno de ellos hay una imagen que retrotrae todos los recuerdos. Para
mencionar una del 45 tengo que buscarla en el archivo fotográfico de la
Historia Contemporánea de Venezuela ya que no había nacido. Del 23 de enero
recuerdo la foto del avión bautizado con el nombre de “Vaca Sagrada” en el cual
viajó Marcos Pérez Jiménez a Republica Dominicana.
Del
4 de febrero tengo dos imágenes de televisión: una, la de un tanque de guerra
intentando entrar dentro del Palacio de Miraflores a través de una puerta alta,
doble hoja. La otra, es la de Hugo Chávez pidiéndoles a sus restantes
compañeros de aventura, particularmente exitosos en su misión, componentes de
los “4 fantásticos” juramentados ante el Samán de Güere, la entrega de las
armas y su rendición habida cuenta de su personal fracaso. Es cuando surge el
famoso “por ahora”, extraído del mensaje iniciado así: “Lamentablemente, por ahora, los objetivos
que nos planteamos en la ciudad capital, es decir, aquí en Caracas............”.
Lo demás es historia, no es cuento.
Del
11 de febrero de 2002, 10 años después del golpe a Carlos Andrés Pérez en 1992
fue impresionante la pantalla dividida por los canales enlazados en la
transmisión de la cadena del Presidente, sus anuncios y amenazas
Estos
y otros recuerdos forman parte de aquellos tiempos que la historia
contemporánea, escrita con el abecedario y la gramática de las revoluciones
comunistas, intenta borrar. Es el eterno intento de transmitir la idea de que
la vida comienza a partir de su llegada al poder. Se manifiesta, entonces, el
llamado complejo de Adán. Es decir: “antes de esas revueltas, la historia y sus
personajes existen, pero no sirven a los intereses de la siguiente revolución”.
De
algunos de esos hechos, los mencionados anteriormente, se deducen lecciones de
carácter sociológico, político, económico. De lo sociológico, no puedo hablar
con la autoridad de un especialista, pero me atrevo a asegurar que de una
sociedad mayoritariamente armónica se pasó a una cortada por la mitad; una
mitad “arrecha” con la otra y todo, gracias, al “divide y reinarás”.
En
lo político, se “materializó” un concepto necesario: dos posturas claramente
diferenciadas, por una parte, la liberal representada por los partidos
agrupados en la MUD y, por la otra, la totalitaria, en la que se agrupan todos
los convencidos de que el comunismo es la solución para la superación de las miserias
materiales de cada uno. Vale decir, ahora somos derecha y si no, de izquierda
respectivamente. En lo económico, la
consecuencia de la errada política de concentración de recursos de cualquier
tipo en el poder central, la restricción y merma de las capacidades de “que
hacer” o el “know how” privadas y la creencia en el analfabetismo absoluto de
los venezolanos y su incapacidad para labrarse un futuro distinto con la ayuda
de la muleta del Estado.
Finalmente,
¿Será necesario descender hasta las catacumbas de la miseria material para que
Venezuela comience una nueva escalada de progreso? ¿Está la gente mentalmente
preparada para afrontar ese evento? ¿Contará la Nación con el personal formado
para librarse de esa circunstancial situación? ¿Estarán convencidos los
funcionarios gubernamentales de nuevo cuño del área económica y sus asesores
revolucionarios de la Cuba de Fidel Castro que los venezolanos son unos
“bolsas”? ¿Creerán algunos que con un discurso distinto a las creencias
ideológicas que profesan podrán liberarse de la corresponsabilidad de haber
traído al país a este estado? ¿Será que más allá del señalamiento de incapaz a Maduro, está el íntimo deseo de algunos de
reivindicar la figura de Hugo Chávez Frías como gobernante?
Son
esas, y otras, las preguntas a ser respondidas por los hombres de la política
que conviven en la Asamblea Nacional, en los medios impresos y de imagen, en la
calle, la academia, ante aquellos que no saben ni la “o por lo redondo” del
porque el país llego a ser tan miserable como el mostrado por una madre durante
ocho horas en una fila para venderle este conjunto de bienes: un paquete de
pañales, uno de jabón, otro de pasta dental y un litro de leche a punto de
vencerse por un precio inexplicable por la Ley de Precios Justos,
¡Qué
mala leche la de Venezuela!
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