lunes, 13 de febrero de 2017

UNA CIERTA INCERTIDUMBRE

El título es un juego de palabras. Sin ánimo de invertir tiempo en explicaciones de mayor extensión, cabe la certeza de haber generado una sensación de flotación en la dimensión desconocida del razonamiento. Y es que, si haber vamos, el titulo induce a preguntar por la cantidad de sospechas tenidas por cierta o, si por el contrario, se trata de una específica. Pero, tal como la afirma la segunda frase de este párrafo descúbranse otras particularidades.

Una cierta incertidumbre envuelve la educación infantil y la de secundaria. Es la tendencia a hacer de los niños de la Venezuela del siglo XXI, unos individuos con menor dominio de las matemáticas. Dice Rene Descartes: “Las matemáticas es la ciencia del orden y la medida, de bellas cadenas de razonamiento, todos sencillos y fáciles”.Habrá quien afirme con el cantar del zuliano: ¡Sera pa’ vos!Sería una necedad elaborar una larga lista de “cosas” que sin ellas no es posible. Incluso hasta la intención de eternizarse en el ejercicio del mandato de un condominio, una alcaldía y la presidencia de un país. Evidentemente, la incertidumbre es la falta de certeza. También es inquietud, desasosiego, duda, vacilación, sospecha, recelo e inseguridad.

Una parte de la oposición política está inquieta por la cantidad de jóvenes emigrantes en busca de mejores oportunidades de crecimiento en situación de absoluta libertad, por lo que ello significa desde la óptica meramente contable electoral. Entre tanto, un funcionario público esgrime, desde la perspectiva de esta atalaya, un fútil argumento, vacío y vago, que no es otro que lo impuesto por el libreto cubano de la tutela comunista: “la guerra económica”. Guerra económica fue la iniciada hace dieciocho años en contra del venezolano.
Los más duchos en la interpretación de los anuncios políticos, dudan que la gente común, comprendan que la lista, la libreta o el carnet de la patria son distintos nombres y un mismo fin: controlar su indigencia o su prosperidad.Si la gran masa conoce o, mejor dicho, intuye que es para ello, no le auguro al funcionariado público un honroso final, cualquiera sea su grado de popularidad; los boxeadores que van ganando en las tarjetas de los jueces pueden ser tumbados en el último minuto.

El orgullo de ser venezolano es “baboseado” con consignas que hasta el más ignaro de los ignaros residentes de los más de novecientos mil kilómetros cuadrados de territorio, le parece un irrespeto de mayúsculas proporciones. Son las típicas consignas de los gobiernos totalitarios. Por otra parte, el país se diluye en el medio de las discusiones bizantinas entre miembros de la oposición aspirantes a gobernar, delas consignas mediocres repetidas con el interés de trepanar el cerebro de los venezolanos, de las alianzas inconvenientes con quienes no son afines continentalmente, de pactos con aquellos cuyos orígenes ancestrales difierenconfesionalmente.El culto a un Bolívar del siglo XXI es impuesto a trocha y mocha, sin que ese “personaje: calce los puntos necesarios para ser considerado como tal. Pero ese es el libreto que la inseguridad popular, no rechaza. ¿Por qué?

La declinación de los hombres se puede producir con diferentes inclinaciones. Las abruptasson mortales: no perturbaran más a su  prójimo. Las progresivas naturales, van ocultando con el tiempo y convierten en polvo. Pero hay algunas inclinaciones nada apreciables de ser comentadas.
La juventud emergente se encargará de enterrar en el cuaderno del olvido al actual régimen por el daño hecho a la generación de sus padres.


NELSON ROMERO DIAZ