EL
AÑO 2019. SEGUNDA FASE
Las
horas pasan y la espera se hace angustiante. La vida se encarece en todos sus
planos. El “sálvese quien pueda” está a la orden del día. Los servicios
públicos son irregulares. El trabajo disminuye, pero las colas de vehículos
para surtirse de combustible aumentan no solo en cantidad como variable de
medida: “cola”, sino por el número de vehículos. Paralelamente, las filas de
ancianos frente a las Instituciones financieras se hacen interminables para la
obtención de míseros fajos de billetes. Igual ocurre en las instituciones
donantes periódicas de un plato de comida para “calmar” el hambre de centenares
de personas.
Venezuela
es prácticamente un “país cuadripléjico” si el término médico, denominador de
un defecto físico humano, es aplicable para describir su situación actual. Es
un país cuyos habitantes de hace treinta (30) años soñaron con la efectiva
descentralización administrativa del mismo con la idea de desarrollar la
Provincia conforme a sus potencialidades, a su gente, a sus posibilidades. Tal
sueño fue convertido en añicos por el propio ídolo de las mayorías: Hugo Chávez
Frías, quien, emulando a Fidel Castro y ordenando a un Ministro de
Planificación alineado con las ideas marxistas, le aplicaron “una regresión” a
todo lo avanzado en durante los años de la democracia y le denominaron
“desconcentración”. Con esa y otras decisiones centralizadas en Caracas
convirtieron a la capital de la República en un infierno y ¡ojo! Con la
anuencia del “pueblo soberano”.
Eran
tiempos de fantasía, de idolatría por todo cuanto dijera, hiciera, opinara,
manifestara Chávez presidente sin caer en la cuenta de que cada aplauso se
convertía en un cheque en blanco para destruir el Estado venezolano. Con el
tiempo, la fantasía revolucionaria lo pasó a identificar como el “Comandante
Presidente Supremo”. ¿Es casualidad?
Venezuela
es una nación cuyo territorio “le ha sido donado” a las fuerzas del mal hacer,
del mal proceder, del mal estar. Así se colabora con los planes de la “anti
bondad”. Una facción de antidemocracia del vecindario toma para sí, zonas donde
ella ejerce la autoridad por encima de la local en combinación con cierta
pasividad de quienes están obligados a imponer, por Ley, la soberanía
territorial. Al contingente local, la superioridad jerárquica les instruyó no
impedirles su libre tránsito. ¿Recuerdan el contenido uno de los discursos en
el Hemiciclo acerca del “carácter democrático” de la lucha armada de otra
facción?
El
mundo sucumbe ante el consumo de drogas. La cocaína, como mercancía, es un
medio de enriquecimiento veloz, oferente de oportunidades para la adquisición
de bienes de altísimo costo que el sueldo mensual no lo facilita. Pero al país,
o a quien le corresponda, “no parece interesarle la suerte de millones de
personas”. Las “voces” nos informaron, hace años, de la íntima relación de esas
facciones “anti bondad” con el negocio de la droga. Alguien vende para comprar
armas para luchas contra el “establishment” y la burguesía para imponer su
ideología de pensamiento único y totalitarismo funcional, a costa de la salud
de la población.
En
la mente de los viejos cuadragenarios de 20 años atrás están grabadas las
escenas dramáticas de los niños de Biafra y de otros países africanos, de su
famélica estampa, de su impavidez motora ante el acoso de las moscas en sus
rostros. Probablemente, en Venezuela, existan casos similares, pero, ¡ojalá!
deben ser muy contados y, a lo mejor, se hayan ocultados. Se debe entender que
la dignidad humana se merece el respeto que, en ocasiones, los propios seres no
se dan. No me refiero a los famélicos que ni energía tienen para pensar.
Venezuela
tiene futuro, es verdad. Venezuela tiene riquezas minerales, es verdad.
Venezuela tiene potencial, es verdad. Tiene una juventud emigrante y otro
contingente establecido hace años en otros lares, porque el régimen político
ideológico imperante en estas dos décadas le cercena su natural crecimiento
intelectual, profesional, social, económico y político dentro de su propio
ámbito territorial. Es incomprensible lo sucedido. A veces es explicativo el
origen de lo actual, pero otras tantas, no lo es. ¿Será porque nos falta DIOS?
O ¿Por qué la borrachera de dinero generó el marginamiento de sus dictados y
fue desechado como si fuera un trasto viejo?
NELSON
ROMERO DI´AZ
17.06.019
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