sábado, 14 de diciembre de 2019


EL AÑO 2019. SEGUNDA FASE

Las horas pasan y la espera se hace angustiante. La vida se encarece en todos sus planos. El “sálvese quien pueda” está a la orden del día. Los servicios públicos son irregulares. El trabajo disminuye, pero las colas de vehículos para surtirse de combustible aumentan no solo en cantidad como variable de medida: “cola”, sino por el número de vehículos. Paralelamente, las filas de ancianos frente a las Instituciones financieras se hacen interminables para la obtención de míseros fajos de billetes. Igual ocurre en las instituciones donantes periódicas de un plato de comida para “calmar” el hambre de centenares de personas.

Venezuela es prácticamente un “país cuadripléjico” si el término médico, denominador de un defecto físico humano, es aplicable para describir su situación actual. Es un país cuyos habitantes de hace treinta (30) años soñaron con la efectiva descentralización administrativa del mismo con la idea de desarrollar la Provincia conforme a sus potencialidades, a su gente, a sus posibilidades. Tal sueño fue convertido en añicos por el propio ídolo de las mayorías: Hugo Chávez Frías, quien, emulando a Fidel Castro y ordenando a un Ministro de Planificación alineado con las ideas marxistas, le aplicaron “una regresión” a todo lo avanzado en durante los años de la democracia y le denominaron “desconcentración”. Con esa y otras decisiones centralizadas en Caracas convirtieron a la capital de la República en un infierno y ¡ojo! Con la anuencia del “pueblo soberano”.
Eran tiempos de fantasía, de idolatría por todo cuanto dijera, hiciera, opinara, manifestara Chávez presidente sin caer en la cuenta de que cada aplauso se convertía en un cheque en blanco para destruir el Estado venezolano. Con el tiempo, la fantasía revolucionaria lo pasó a identificar como el “Comandante Presidente Supremo”. ¿Es casualidad?

Venezuela es una nación cuyo territorio “le ha sido donado” a las fuerzas del mal hacer, del mal proceder, del mal estar. Así se colabora con los planes de la “anti bondad”. Una facción de antidemocracia del vecindario toma para sí, zonas donde ella ejerce la autoridad por encima de la local en combinación con cierta pasividad de quienes están obligados a imponer, por Ley, la soberanía territorial. Al contingente local, la superioridad jerárquica les instruyó no impedirles su libre tránsito. ¿Recuerdan el contenido uno de los discursos en el Hemiciclo acerca del “carácter democrático” de la lucha armada de otra facción?

El mundo sucumbe ante el consumo de drogas. La cocaína, como mercancía, es un medio de enriquecimiento veloz, oferente de oportunidades para la adquisición de bienes de altísimo costo que el sueldo mensual no lo facilita. Pero al país, o a quien le corresponda, “no parece interesarle la suerte de millones de personas”. Las “voces” nos informaron, hace años, de la íntima relación de esas facciones “anti bondad” con el negocio de la droga. Alguien vende para comprar armas para luchas contra el “establishment” y la burguesía para imponer su ideología de pensamiento único y totalitarismo funcional, a costa de la salud de la población.

En la mente de los viejos cuadragenarios de 20 años atrás están grabadas las escenas dramáticas de los niños de Biafra y de otros países africanos, de su famélica estampa, de su impavidez motora ante el acoso de las moscas en sus rostros. Probablemente, en Venezuela, existan casos similares, pero, ¡ojalá! deben ser muy contados y, a lo mejor, se hayan ocultados. Se debe entender que la dignidad humana se merece el respeto que, en ocasiones, los propios seres no se dan. No me refiero a los famélicos que ni energía tienen para pensar.

Venezuela tiene futuro, es verdad. Venezuela tiene riquezas minerales, es verdad. Venezuela tiene potencial, es verdad. Tiene una juventud emigrante y otro contingente establecido hace años en otros lares, porque el régimen político ideológico imperante en estas dos décadas le cercena su natural crecimiento intelectual, profesional, social, económico y político dentro de su propio ámbito territorial. Es incomprensible lo sucedido. A veces es explicativo el origen de lo actual, pero otras tantas, no lo es. ¿Será porque nos falta DIOS? O ¿Por qué la borrachera de dinero generó el marginamiento de sus dictados y fue desechado como si fuera un trasto viejo?


NELSON ROMERO DI´AZ
17.06.019


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