EL AÑO 2019. TERCERA FASE
Enumerar.
Registrar. Documentar. Contabilizar. Acopiar. Son verbos que, concatenadamente
“forman un plan”, un procedimiento. Hágase un ejercicio mental, por ejemplo,
con la construcción de una edificación.
¿Qué
se enumera? La cantidad de terrenos donde ella pueda ser erigida en atención a
los dictados de la Ordenanza de Zonificación Urbana Local o los dictados de los
planes nacionales o los criterios generales existentes en esa materia.
¿Qué
se registra? Las características más importantes de cada uno de esos lotes,
como lo son: superficie o forma: área, extensión o cabida; topografía,
servicios y otros detalles tales como: ubicación, vías de acceso, vecindario.
¿Qué
se documenta? Todo lo relacionado con el potencial inmueble a desarrollar. De
esta manera se tiene: el nombre de quien ejerce los derechos de propiedad, los
planes de la ciudad para ampliación de calles, aceras y áreas verdes, todo lo
establecido en la respectiva ordenanza con respecto al uso específico del
terreno y los costos de construcción y financiamiento de estos.
¿Qué
se contabiliza? Varios renglones entre los cuales están los costos de
adquisición, de transmisión de la propiedad, de estudios y proyectos, de
permiserías, de financiamiento, de construcción para quien tiene la idea de
invertir y construir.
¿Qué
se acopia? Todo lo verdaderamente necesario para la materialización de un
proyecto.
Venezuela
es una víctima de un proceso similar ¿Contradictorio porque uno es destruir y
el otro es construir? Lamentablemente, la memoria de algunos está vacía de
contenido; otros aseguran que su “memoria es corta”. No recuerdan muchas cosas
y eso es una de las debilidades de nuestro conglomerado ¿Podría decirse que no
tenemos historia? ¿Es válido afirmar que nuestra Historia es, acaso, la
comprendida entre la llegada de Colón y la Batalla de Carabobo o es, solo, la
detallada descripción de los parques militares de los bandos en pugna en cada
una de las batallas de la Independencia? O ¿Ella nunca existió sino a partir de
la aparición de ciertas personas?
Una
sociedad que desconozca la historia tiende a repetirla. Por eso, aquel
venezolano amante de la fuerza bruta, adorador de los tiempos del “se podía
vivir y dormir con las puertas abiertas” porque el gobierno de Pérez Jiménez le
protegía, cayó en la trampa de una ocasional frase: “por ahora”, impulsora de
la candidatura del único fracasado del golpe militar del 4 de febrero de 1992,
pero con una circunstancia a su favor: estar en la capital sede del poder
comunicacional del país. Esta lo elevó a la categoría de héroe. En esa ocasión
sus palabras fueron impecables frente a las cámaras; sembró lo que luego
cosecharía: el favor de las mayorías. Como contraposición no se debe olvidar la
sesión Extraordinaria del Congreso y el contenido de los discursos de Caldera,
Isturiz y el de David Morales Bello.
Una
sociedad desconocedora de la historia propia y de la de otros países, reitera a
su manera los errores de otras colectividades. Sin ánimo de inmiscuirme en las
decisiones políticas de otras nacionalidades, el venezolano olvidó experiencias
latinoamericanas de elecciones de “salvadores de las patrias”, “emparejadores
sociales”, “repartidores de la riqueza de los pueblos”, “militronches
convertidos en presidentes de períodos que la gente ya no quiere ni acordarse”.
Y esto es un problema de origen educacional, cultural en los pueblos.
Rememórense estos nombres: Salvador Allende; Juan Domingo Perón y su Evita,
Carlos Andrés Pérez en su primer lustro, el General Videla, el “otro General”,
Manuel Noriega, los Comandantes Fidel Castro, su emulador Hugo Chávez y Daniel
Ortega.
La
pregunta es: ¿Por qué la similitud del proceso destructivo del país con el
proceso constructivo de una edificación?
NELSON
ROMERO DI´AZ
17.06.019
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