¡BASTA
DE DIAGNÓSTICOS!
Nelson Romero Díaz
23 de mayo de 2015
En
la precampaña electoral del ’98 Henrique Salas Römer conformó un equipo de
asesores con miras a ganar la Presidencia. Formó parte de la célula de análisis
del quehacer diario, un inductor de energías positivas; un amigo al cual
apodamos “el obviólogo”. Eran los tiempos de “Voluntarios por Venezuela”, una organización
creada para sacar del yo interior del venezolano su excelencia con miras a
cambiar a este país. La historia contemporánea se encargó de demostrar que “los
venezolanos no habíamos aprendido” y como resultado de la desinformación, a
estas alturas se está peor que antes que en aquel año.
Y
usted señor lector se preguntará ¿Qué tiene que ver esa parte de la historia
con el título del artículo? La respuesta no es tan obvia, pero surge de una conversación
vía móvil entre hermanos. Recuerde que lo obvio es descomponer un asunto que no
lo necesita; es lo elemental, por ejemplo: dos más dos son cuatro, ¡elemental,
querido Watson! Y es que los venezolanos nos quedamos en el diagnóstico, siendo
ese aspecto un inconveniente porque no se avanza: no se ofrecen soluciones. Por
ello se debe decir: ¡Basta de Análisis! ¡Basta de Estudios! ¡Basta de
Diagnósticos!
¿Cuál
es la solución? Sencilla. Ofrecer soluciones. Para ser breve, haré una lista de
cinco proposiciones concretas: una en cada uno de los siguientes temas:
político, lo laboral, lo educacional, lo asistencial y lo ciudadano. Léase
pues.
Primero.
LO POLÍTICO. Lo que Eduardo Fernández llamó una vez “el país político” necesita
una limpieza, una depuración, una descontaminación a fondo. Una buena medida
sería que ninguno de los “operadores políticos actuales” tenga por el resto de
sus días ninguna actividad legislativa, ni participación en los asuntos
públicos inherentes; así tengan los años de Matusalén de experticia como tales.
En
el pasado lejano, pero no tanto, la gente decía: ¿Hasta cuándo Caldera, Gonzalo
Barrios, Carlos Andrés y un largo etcétera? Hoy se dice: ¿Hasta cuando José Vicente,
Maduro, los Cabello, los Carreño, los Borges, los Cabeza y otro, pero más
largo, larguísimo “otros”?
La
actividad política requiere, en este histórico momento, ser ejercida por
ciudadanos sobre los cuales no se tenga duda de sus condiciones ciudadanas,
intelectuales, espirituales, económicas. Esto que significa: haber pagado sus
tributos durante toda su existencia profesional; estar formado tanto en lo
académico como en lo común para que su discurso sea ilustrativo e inductor de
buenas maneras; no tener conflictos con lo divino, vale decir, ser un militante
de su credo y no tener necesidades fuertes de comprar corbatas de marcas en
Francia.
Segundo.
LO LABORAL. Es necesario recomponer la representación laboral. No debe suceder,
por ejemplo, que un constructor tenga en una obra “cinco delegados sindicales;
uno por cada sindicato de la actividad”.
Se
me ocurre que el triunvirato laboral de la nación debe acordar que, dadas las
circunstancias, las jornadas laborales deben aumentarse a 48 horas semanales ya
que todos quieren mejorar sus condiciones de vida, ¿verdad?
Algunos
privilegios obrero-patronal deben ser revisados, algunos eliminados y otros
“refrigerarlos” por un largo período hasta tanto las condiciones de la salud
económica del país sean tales que todos puedan descansar en su chinchorro desde
el 20 de diciembre de un año hasta el 1° de enero del siguiente año.
Tome
en cuenta que el año tiene 365 días por 8 horas son 2920 horas de trabajo-año.
Al
dividir entre 50 semanas, resulta 58,40 horas semanales; 9 y 3/4 por cada uno
de los 6 días o 8,34, por cada unos de los siete y dos semanas de vacaciones.
¿Cómo
es la relación hoy en día? No sé, pero, advertido: No quiero mofarme, ¡ah! Debe
ser inferior y siéndolo, ni con el petróleo a 200 USA $ el barril y 4 millones
de “pipas” diarias el país aguanta este saqueo.
Tercero.
LO EDUCACIONAL. Ningún niño, por muy hijo de papi y mami, o de mamá
“autosuficiente”, madre soltera y otras categorías, puede estar en la calle
sino en las aulas de clase. ¡Coño! No debe permitirse que la enseñanza primaria
de un infante sea la mendicación.
Deben
construirse tantas aulas, o salones de clase como sea necesario, hasta tal
punto que cada “maestro integral” tenga su aula con 25 alumnos, como máximo. El
entrecomillado del término: maestro integral no es burla, sino resaltar las
cualidades que debe tener un educador de los primeros niveles de formación.
Lo
de la cantidad de aulas aplica a todos los niveles, es una obviedad
mencionarlos.
Desde
el punto de vista presupuestario, las remuneraciones deben ser correspondientes
con el nivel de responsabilidad en la escalera formativa. Igualmente, los
recursos para investigación y desarrollo (ID) tienen que ser lo suficientemente
ricos en cantidad para que estos procesos tengan un tránsito fluido en su
diario que hacer.
En
cuanto al contenido formativo, debe ser condición necesaria el adiestramiento
de los educandos en matemáticas; idiomas: local y extranjero, incluyendo las
nativas; música y lo básico: lenguaje y comunicación, biología, historia
universal y de Venezuela, educación en artes. A los maestros que no puedan con
las matemáticas, hay que pedirles que se aprendan las tablas del 1 al 9, al
derecho y al revés.
Complementaré
esta opinión en una segunda fase. Tocaré el tema de lo Asistencial y de lo Ciudadano.
Por ahora, Gracias por su generosa contraposición.
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